Diez años de la Ley de Identidad de Género en Argentina: palabras, ¿y los hechos?
Por Fiamma Zampino
El 12 de mayo de 2012, con 55 votos afirmativos, ninguno en contra y una abstención, el Senado argentino aprobó la Ley de Identidad de Género que permite que toda persona, sin importar su edad, pueda solicitar el cambio de sexo, nombre de pila y foto en el DNI, si así lo desea. ¿Pero qué es la identidad de género?
La identidad de género hace referencia a la percepción que un sujeto tiene sobre su propio género. No está ligado al sexo biológico y puede ser diferente a la orientación sexual.
Es la cultura la que determina qué es femenino y qué es masculino en cada sociedad. Los genitales son los que asignan el nombre que va a tener una persona y debido a ellos también se espera que tenga ciertas características. Pero, ¿qué pasa con las personas que nacen intersexuales? Aquellas cuyos cromosomas y/o genitales no encuadran dentro del sistema binario varón/mujer. Pueden tener los dos órganos reproductivos, ninguno o no estar muy en claro cuál poseen.
La I en LGTBIQ hace referencia a los que nacen con esta condición, que no es una enfermedad, ni un problema médico, ni una patología. La T es por transgénero/transexuales y la Q por queer.
En el tema de género lo que se está atravesando es todo aquello que se asigne al nacer. Si lo que se atraviesan son reglas de vestimenta, se denomina travesti, si lo que se atraviesa es la expresión de género, a eso se le dice transgénero. Si lo que se atraviesa son los genitales, se llama transgénero.
La ley argentina es la primera en el mundo en permitir el acceso a un nuevo DNI conforme a la percepción individual, sin necesidad de cirugías. Asimismo, la ley dice que “todas las personas mayores de dieciocho (18) años de edad podrán, conforme al artículo 1° de la presente ley y a fin de garantizar el goce de una salud integral, acceder a intervenciones quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos integrales hormonales para adecuar el cuerpo, la genitalidad y la identidad de género autopercibida, sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa”. Lo que significa que las obras sociales deben cubrir este tipo de tratamientos sin cuestionar la decisión. Pero, ¿están los profesionales capacitados para esto?
La palabra Queer siempre fue utilizada de forma despectiva. La filósofa norteamericana, Judith Butler, considera que sumar este término sirve para visibilizar que, por ejemplo, por ser lesbiana o gay, no necesariamente hay que ser o desear de cierta manera. Butler introduce el concepto de “performatividad del género”: el género está en permanente construcción.
Las identidades en el CENSO 2022
Por primera vez en su historia, el Censo Nacional 2022 que se realiza el 18 de mayo en todo el país, incluye una pregunta sobre la identidad de género. Sin embargo, es obligatorio contestar el sexo asignado al nacer. Aunque en el artículo 9 de la ley se expresa que “no se dará publicidad a la rectificación registral de sexo y cambio de nombre de pila en ningún caso, salvo autorización del/la titular de los datos”. ¿No es contradictorio entonces?
Las respuestas que se ofrecen son 1) mujer/femenino; 2) varón/masculino; 3) X/ninguna de las anteriores. Claro ejemplo de que, a pesar de la ley, la sociedad argentina de hoy relaciona lo femenino con la mujer, lo masculino con el varón y “los demás” siguen siendo una X.
Otro reclamo de la comunidad LGTBIQ es que es discriminatorio hacer la diferenciación con las categorías “mujer/varón”, “mujer trans/varón trans”. Para que esto no suceda exigen que a las personas que entran dentro de la construcción cultural del modelo binario, se le otorgue el prefijo cis, que viene de cisgénero y hace referencia a una persona cuya identidad de género y sexo asignado al nacer son igual.
El filósofo argelio-francés, Jacques Derrida, introduce el concepto de deconstrucción en 1967 para explicar que los textos no necesariamente significan lo que parecen. Aunque hoy en día es muy utilizado por el movimiento feminista y la filosofía de género, para desarmar lo que alguna vez fue armado. Para desnaturalizar lo que se presenta como un orden dado. Para asumir que se está cambiando todo el tiempo y que mujer/varón a secas quizás ya no existe.
En una década, 12.655 personas modificaron su DNI por la Ley de Identidad de Género. Un acto que para muchos es un trámite, para otros es un paso hacia la visibilidad. “El DNI es importante porque te permite probar tu identidad y ejercer otros derechos fundamentales”, dice la página del gobierno.
En 2020, se creó el Cupo Laboral Trans para que se cumpliera el derecho a trabajar para las personas trans. Allí se establece que deberán ocupar al menos el 1% del total de los cargos en el sector público. Aun así, según el último informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT, en 2021 se registraron 120 irregularidades en este aspecto.
Gemma Constantini es técnica de laboratorio y operadora de radio hace 23 años. El 6 de junio de 2020 empezó un tratamiento hormonal. Un mes y medio después de volver a su lugar de trabajo luego de la pandemia y con su nueva imagen ya a la vista de todos, los de seguridad no la dejaron acceder a las oficinas del Grupo Indalo. El argumento que le dieron fue que "trabajaba mal", aunque estuvo 12 años en ese puesto. ¿Si esto pasa en el sector público con ley, en el sector privado qué está pasando?
Según la organización sin fines de lucro Contratá Trans, el 60% de las personas trans ejerce la prostitución y el 70% nunca fue a una entrevista laboral luego de asumir su identidad de género. De acuerdo a un relevamiento realizado en el 2020 por Adecco, el 90% de compañías del país no cuenta con políticas para la contratación de personas trans.
Albert Einstein dijo: “La teoría es cuando se sabe todo y nada funciona. La práctica es cuando todo funciona y nadie sabe por qué. En este caso hemos combinado la teoría y la práctica: nada funciona y nadie sabe por qué”.
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