94 años de Servicio Militar Obligatorio, jóvenes de entre 18 y 21 forzados a servir hasta 24 meses a la Armada y un sin fin de impunidades por parte de sus superiores. Numerosos personajes han planteado reinstaurarla pero no pasó a mayores. Sin embargo, hay países que lo encuentran ventajoso y aún hoy es fundamental dentro de sus políticas de Estado. ¿Qué es lo que diferencia a La Argentina?
Por Lucila Cáceres
Los dichos de Amalia Granata sobre el regreso del Servicio Militar Obligatorio iniciaron ya un conocido debate entre el voto a favor y en contra. Nada nuevo en el horizonte si nos ponemos a pensar en políticos como Alfredo Olmedo, quien en 2007 planteó el “Servicio Militar Comunitario”. Al igual que la diputada santafesina, el exsenador provincial lo consideraba un método eficaz para incitar la responsabilidad en jóvenes sin estudio ni trabajo. Según la expanelista, “la formación de una conducta para que los jóvenes se levanten a las 6 de la mañana, estudien, hagan ejercicios y les enseñen un oficio”.
Si bien en La Argentina el planteo quedó obsoleto, según datos de The World Factbook, a cargo de la CIA, de un total de 195 países más de 60 poseen el Servicio Militar Obligatorio. Incluso los militares son vistos como héroes nacionales. Países como Cuba, Bolivia, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Colombia, Chile y Paraguay en América Latina. Mientras que en Asia y Europa: Austria, Bielorrusia, Dinamarca, Noruega, Rusia, Suecia, Suiza, Turquía, Ucrania, Corea del Norte, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, entre otros a lo largo del globo. ¿Sus beneficios? Hace a la ciudadanía, une al pueblo y los ubica en igualdad de condiciones, promueve el bien común, genera una mejora en las capacidades de defensa de un país, brinda una responsabilidad, liderazgo, estudios y un salario como retribución de su servicio al país. Sin embargo, los priva de su libertad de decisión al ser una obligación y además es un gran gasto por parte del Estado.
De todas maneras, las olas de críticas no tardaron en aparecer en redes sociales y luego en los medios de comunicación. Figuras como el ministro de defensa Jorge Taiana tildaron a la idea de Amalia Granata como un despropósito y en diálogo con la Radio La 990 dijo: “No hay que confundir. Una cosa es el soldado voluntario que busca una profesión y se capacita. Eso no tiene nada que ver con el viejo servicio militar que se parecía más a una leva en la cual los conscriptos quedaban sin derechos”.
El Servicio Militar Obligatorio o la “colimba” como comúnmente se la conoce, es un tema que roza la fragilidad y nubla el juicio de la Sociedad Argentina. No por la obligación en sí, sino por las trágicas consecuencias que ello ha traído. Creado en 1901 durante el segundo gobierno de Julio Argentino Roca y en manos del ministro de guerra Pablo Riccheri, la llamada Ley de Igualdad buscaba alfabetizar a hijos de inmigrantes, romper barreras sociales, impulsar el patriotismo e iniciar a los jóvenes en hábitos de disciplina, orden e higiene. La mecánica hacia finales de su implementación era la siguiente: como juego de bingo, se utilizaban bolillas a modo de sorteo numérico para que el azar definiera los próximos dos años de los mayores de 18 años en base a los tres últimos números de su documento de identidad. A los conscriptos se les asignaban una de las tres fuerzas armadas: ejército, marina o aéreo.
Pero el 31 de agosto de 1994 la “Colimba” cerró su ciclo mediante un decreto firmado por el presidente Carlos Saúl Menem, quien estableció un sistema de voluntariado para el ingreso a la milicia. Como escribió en Perfil el ex jefe del Ejército Argentino, Martín Balza, el final del Servicio Militar Obligatorio “evitó la incorporación de jóvenes sin vocación ni interés” y dio lugar a la elección de la profesión.
Sin embargo, luego de la iniciativa de Amalia Granata se volvió a hablar de la causa detonante que puso fin a la histórica práctica. En pocas palabras, uno de muchos ejemplos de abuso de poder e impunidad con la que se manejaban los militares.
EL CASO CARRASCO
Omar Carrasco era un joven de 19 años oriundo de Cutral Có, que se había sumado al Grupo de Artillería 161 de Zapala el 3 de marzo de 1994. Tres días después desapareció. Fue reportado como desertor pero un mes más tarde fue encontrado muerto a 700 kilómetros del cuartel. La autopsia decretó que el cuerpo había sido colocado luego de su muerte y que había fallecido por golpizas en sus ojos, pulmones y costillas. El caso generó terror y odio en los ciudadanos argentinos, que pedían justicia. Dos años más tarde fueron inculpados 3 militares: el subteniente Ignacio Canevaro (a 15 años) y sus dos soldados, Víctor Salazar y Cristian Suárez (a 10 años). Lo que se difundió más adelante fue que quizás eran inocentes y que todo se había visto sesgado por el Ejército y la falta de intervención de la Justicia Federal. Una segunda autopsia en lo que se llamó Caso Carrasco II dictaminó mediante el Informe Brailovsky, que la causa de la muerte fue un mal diagnóstico y tratamiento de los médicos que lo atendieron tras los ataques, lo cual lo llevó a una hemorragia interna. Sin embargo, en 2005 la causa prescribió y no se halló justicia.
El ejercicio de la fuerza y la violación a los derechos humanos por parte de los superiores de las Fuerzas Armadas fue una de las características principales para incentivar el rencor y la furia de la sociedad argentina. Según el Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio (FOSMO), desde su creación en 1977, hubo 34 casos de soldados desaparecidos o muertos durante su Servicio Militar. Sin contabilizar los que nunca se conocieron. A ello se suman los seis exitosos golpes de Estado dirigidos por jefes militares, quienes jugaron con uno de los bienes más preciados de un ser humano: su libertad. Ni hablar de la última dictadura, el Proceso de Reorganización Nacional, en donde la lista de desaparecidos ronda los 9000 según el Informe Sábato y cuyo fin se dio con otro trágico episodio del accionar militar: La guerra de las Islas Malvinas. Crímenes de guerra, torturas y desnutrición, son algunas palabras que describen el horror que pasaron jóvenes inexpertos que realizaban el Servicio Militar en aquel momento. 74 días. 649 muertos.
Las desgracias que ha vivido La Argentina entorno a la milicia hacen que la propuesta de resurgir el Servicio Militar reavive los malos recuerdos. Si bien en más de 60 países está en funcionamiento, el hecho de que brinde un trabajo, obligaciones y deberes, no termina de convencer. Tal como dijo el historiador británico Paul Preston, “quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores”. El pasado atormenta y tiene su propio peso. Mejor prevenir que curar.
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