Tiroteos masivos, masacres y asesinatos. La ausencia de restricciones en los Estados Unidos para la compra y venta de armas es una problemática que compromete al país desde el siglo pasado. Pero ¿por qué no hay un alto al fuego desde la cúpula del gobierno? ¿qué diferencia al territorio norteamericano del resto de los países desarrollados?
Por Lucila Cáceres
Los recientes tiroteos en Estados Unidos lo han vuelto a colocar en la mira. Buffalo, Nueva York; Tulsa, Oklahoma; Pensilvania, Philadelphia; Chatanooga, Tennesse; Phoenix, Arizona; Ecorse, Míchigan. Y el más mediático y letal: Uvalde, Texas; catalogado como masacre al terminar con la vida de 19 niños de tan solo 10 años y 2 docentes. Desde aquel 24 de mayo, hubo 27 tiroteos masivos. En lo que va del año, son 233 los registrados por el grupo de investigación Gun Violence Archieve. 8.031 muertes por armas de fuego, 15.119 heridos y 10.032 suicidios en base a los datos de Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, agencia nacional de salud pública de Estados Unidos.
Ante la seguidilla de ataques, el presidente Joe Biden realizó un discurso desde la Casa Blanca para instar a las autoridades de los 50 estados a tomar medidas restrictivas. Entre ellas, el regreso de prohibición de las armas de asalto que expiró en 2004, pero que hasta entonces ayudó a prevenir tiroteos, y la extensión de la mayoría de edad de 18 a 21 años para su compra. "¿Por qué? ¿Por qué estamos dispuestos a vivir con esta carnicería? ¿Por qué seguimos permitiendo que esto suceda? Por el amor de Dios, ¿cuánta matanza más estamos dispuestos a aceptar?", protestó.
CULTURA DE ARMAS
El control de armas en Estados Unidos es una decisión controversial que choca con la formación de su sociedad y cuyo poder de restricción no lo tiene el gobierno federal. No solo es el país con más civiles propietarios de armas de fuego, sino que se estima que en 2018 había 120 armas por cada 100 habitantes.
En el límite a su uso no está en juego solamente la tradición sino que, a diferencia de muchos países, la tenencia de armas en Estados Unidos es un derecho individual inalienable con valor constitucional; tal como la libertad de expresión, de prensa o de religión. Redactado post independencia (1971) en la Segunda Enmienda de la Declaración de Derechos, dice: “Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a tener y portar armas no debe ser infringido”. Por su libre interpretación, recién en 1934 se dictó la primera Ley Federal de Armas de Fuego para reglamentar la portación de armas en cuanto a edad, compra y venta. En 1968 fue revisada, lo que derivó en la creación de la Ley del Control de Armas para la creación y registro de licencias.
Es así como el vendedor debe verificar los antecedentes penales, criminales o pedidos de captura del comprador, así como el estatus migratorio en caso de ser extranjero. No obstante, la legislación no es uniforme a nivel país, pues cada Estado puede flexibilizarla. Tal es así que Estados como el Distrito de Columbia es fiel al chequeo de requisitos, mientras que en Mississippi no se reclama un historial. En Alaska, Maine, Minnesota y Vermont, la edad permitida para comprar armas es de 16 años. Tampoco hay legislaciones en cuanto a la venta privada entre civiles o en ferias. En consecuencia, no hay datos oficiales de la cantidad de armas que circulan por el país y aunque así lo quisieran, la Ley de Protección de Dueños de Armas de Fuego (FOPA) prohíbe que gobiernos estatales o locales “preserven información personal” de sus compradores.
CHOQUE DE INTERESES
Han pasado más de dos décadas desde que el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley que delimitara el uso de las armas de fuego, ya que las oposiciones entre demócratas y republicanos no han llegado a buen puerto. Mientras los primeros buscan frenarlo, los segundos consideran que su tenencia es esencial para la protección y la autodefensa de los ciudadanos. En el medio, continúa en peligro el derecho fundamental de todo ser humano: la vida.
Según The New York Times, tiroteos masivos en Australia, Inglaterra o Nueva Zelanda han impulsado la prohibición de venta de armas de guerra y redujeron el número de licencias. Sin embargo, el derecho a la tenencia de armas en Estados Unidos prevalece en su ADN, forma parte de su historia e identidad.
Pese a ello, el ataque en Texas logró que el 65% de los ciudadanos se encuentre a favor de mayores restricciones en base a una encuesta de la consultora Morning Post y que, además, republicanos y demócratas se unan en pos de hallar una solución conjunta.
Según Zachary Elkins, profesor asociado de Gobierno en la Universidad de Texas en Austin, existen otros dos países en donde la posesión de armas es un derecho constitucional: Guatemala y México. No obstante, su limitado nivel de armas en comparación a Norteamérica se relaciona con que no es un tema polémico ni politizado y que sus legislaciones internas restringen su uso y se aplican en todo el país.
Hay naciones como Finlandia o Noruega que conforme a la editorial británica Routledge se acercan a la tasa estadounidense de propiedad de armas cada 100 personas, pero están entre las sociedades más seguras a nivel mundial. Allí, en cambio, hay una correcta limitación y una cultura de armas civilizada de respeto y responsabilidad.
Pero una de las razones principales por la que Estados Unidos no logró el desarrollo de los países mencionados, es la manipulación y control del Congreso por parte de La Asociación Nacional del Rifle (NRA), que históricamente defiende el derecho estipulado en la Segunda Enmienda. Según la Revista estadounidense Time, “gasta 3 millones de dólares al año para influir en las políticas de masas”. Adjudican que la problemática de los ataques es la falta de armas para la autodefensa y que, contrario a lo establecido por investigaciones, su control potenciaría los incidentes.
La epidemia de los tiroteos masivos es una problemática que atenta contra el país del norte, representa un riesgo al derecho a la vida y conlleva incontables consecuencias diarias. Su cultura e historia impiden compararlo en su totalidad con otros países, debido a que La Asociación Nacional del Rifle, la Segunda Enmienda y las visiones políticas, hacen a sus particularidades y arrastran años de pausa en las acciones del Congreso.
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