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CULTURA DIVINO TESORO

La Feria del Libro volvió con todo. 997 actos, 421 actividades, 3956 firmas de ejemplares y 2272 periodistas acreditados de 24 países. Un pequeño resumen de lo que fue el evento cultural más esperado del año.


Por Lucila Cáceres



Tras dos años sin ver la luz, la 46ava Feria Internacional del Libro de Buenos Aires abrió sus puertas al público el jueves 28 de abril en La Rural. “No alcanzan las palabras para expresar la alegría de volver a inaugurar nuestra Feria Internacional del Libro”, fue lo que dijo Ariel Granica, presidente de la Fundación El Libro. Desde el mediodía, la gente aguardaba ansiosa en la esquina de Avenida Santa Fe y Sarmiento, en una fila que ocupó más de dos cuadras. Un reflejo de alegría y emoción se entreveía en la cara de los visitantes, cuya afluencia no cesó en las fechas posteriores.

Ya en 2019, durante su última edición, asistieron al predio 1.180.000 personas en un plazo de 19 días, número que igualó al del año anterior. Esta vez, según datos de la Fundación El Libro, la concurrencia aumentó un 32% con una cifra de 1.324.500 hasta su finalización el 16 de mayo.

Una característica fundamental de la feria es la variedad. Multiplicidad de autores, de editoriales, de opiniones y pensamientos. No hay edad para asistir. Como siempre, a lo largo de sus 300 stands pueden encontrarse drama, ficción, romance, suspenso y hasta libros con actividades y dibujos para los más chicos. Pero a ello se le suman las propuestas culturales, que van desde conferencias, presentaciones de libros hasta cursos, charlas o encuentros de narradores. El atractivo no está en comprar un libro que se puede conseguir en cualquier librería, sino en la congruencia de miles de factores culturales en un solo lugar y en la ampliación de los horizontes de la lectura y el conocimiento.

Es curioso que situándonos en el siglo XXI, en un mundo globalizado y con la posibilidad de

digitalización inmediata, aún hay cierto atractivo en el libro papel. Hay quienes dicen que los E- book son la solución a sus problemas; pueden adquirir cualquier libro y a menor precio. Sin embargo, el papel engloba una experiencia que roza casi todos los sentidos: tacto, olfato, visión e incluso algunos vienen con sonido. La feria del libro es muestra de ello. Al consultarle a los allí presentes sobre esta nueva edición, fueron muchos los que respondieron que les generó sorpresa, pero a la vez alivio y felicidad ver tanta juventud. Y es que con la pandemia ha habido un aumento de booktokers y booktubers, que han resurgido el interés por los libros. Los primeros a través de Tik Tok y los segundos mediante YouTube, hicieron de las redes sociales una herramienta para generar un ida y vuelta sobre distintos textos, con su devolución al respecto e incentivando a sus seguidores a leerlos. Incluso muchos de ellos, como Victoria Resco o @Victoriacomelibros en Tik Tok, fueron invitados a la feria para presentar sus propios libros escritos durante los dos años de encierro.

La firma de ejemplares, por ejemplo, en donde hubo figuras como María Inés Falconi, Florencia Bonelli o Viviana Rivero, fue un éxito entre la juventud. Shelby Maurin, autora estadounidense de la saga “Asesino de Brujas”, permaneció en el “firmódromo” por más de 8 horas, incluso luego de haber cerrado la feria.

Más allá de lo lingüístico, la política tuvo su protagónico en la exposición. Figuras como José Luis Espert, Miguel Ángel Pichetto, Daniel Filmus, Myriam Bregman y Hebe de Bonafini, presentaron sus libros propios o ajenos y realizaron entrevistas a sala abierta. La charla entre Viviana Canosa y Javier Milei fue de las más convocantes y comentadas. La diversidad y pluralidad del evento pudo verse en el ámbito político, pues izquierda, derecha y centro dieron su presente.

Entre altavoces, bullicio y aglomeración, la gente paseó por la feria del libro con bolsas de

distintas editoriales, alegres por su multiplicidad de opciones en género, precio y calidad y

dichosos porque luego de dos años pudieron volver a experimentar el goce de encontrarse todos en un solo lugar. Como dijo Ariel Granica a La Nación: “La Feria presencial no se reemplaza, es imprescindible”.

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