top of page

Cinco ideas falsas sobre el trap

“En mi época escuchábamos trap, no está mierda que escuchan ahora”, dicen unos afiches pegados en las calles de distintos puntos de la Argentina.

Por Fiamma Zampino



“Esta historia podría empezar en la Buenos Aires del siglo XIX en pleno auge de la payada, el arte gauchesco de improvisar versos sobre un arpegio de guitarra. Desde entonces, criollos como Gabino Ezeiza se convirtieron en leyendas gracias a su ingenio para rimar en tiempo real”, narra Cazzu en el segundo capítulo de la serie Género 101, que destaca diferentes géneros de la música latina en el canal Amazon Music LAT!N. A diferencia de lo que muchos creen, no es un género nuevo, sino un subgénero del rap que se originó en los ‘90 en los Estados Unidos.


Las cinco canciones más escuchadas en Argentina durante el 2021 en Spotify pertenecen a este género. Los artistas urbanos invadieron las publicidades, las redes sociales, la televisión e incluso la casa del presidente. El trap invita a bailar, a identificarse con las letras, a querer vestir la ropa de los cantantes e incluso a imitar sus palabras y frases características que ya forman parte del vocabulario de muchos jóvenes argentinos.


“El trap es machista”, dicen algunos. Julieta Cazzuchelli, Cazzu, nació en Ledesma, Jujuy, el 16 de diciembre de 1993 y fue la primera referente del trap en el país. Su salto a la fama se produjo en el 2018 con su participación en el tema “Loca”, junto a Khea y Duki. “Yo no quiero ser la minita a la que le canta el chabón, quiero ser la chabona que le canta al pibe”, dijo en una entrevista en la radio de El Quinto Escalón, que lleva ese nombre por las batallas de rap que se hacían en el Parque Rivadavia, uno de los eventos de freestyle rap más renombrados de Argentina y Latinoamérica.


El fenómeno de la música urbana "explotó aún más en la pandemia”, analiza en el medio digital La Brújula, Agustín Jamele, periodista especializado en la agenda joven. Jamele considera que "pusieron en su música y letras sentimientos que tenemos todos. Lograron abrir un espacio de diálogo, cada uno con su impronta, por ejemplo, cuando Paulo Londra ganó notoriedad, sus letras eran super ‘family friendly' (apto para todo público), de amor, relaciones, más inocentes, una piba no le daba bola, son cosas que nos pasan a todos y son sentimientos generales. Hay otros que tratan temas más complejos como las relaciones sexuales o consumo de drogas, que de pronto abren un espacio que da para empezar a conversar sobre estas cuestiones. En el medio de la pandemia hubo mucha tristeza, muchos sentimientos negativos y la aparición de canciones alegres que sirvieron para bailar por ejemplo, fueron una oportunidad de éxito".


Una de las características del trap más criticada es la utilización del autotune: un procesador de audio creado con el objetivo de corregir errores para una afinación más precisa que no es más que una estética propia del género. En los ’90 Cher popularizó esta herramienta en su disco Believe, siendo catalogado uno de los más vendidos de la historia. En el 2001 Daft Punk la utilizo en su álbum “Discovery” que fue nominado el cuarto mejor de la década.


Jamele consideró que hay personas que "creen que (los artistas urbanos) son improvisados y arman sus canciones en dos minutos, mientras que no es así. Por ejemplo, Bizarrap ha estudiado música y marketing. Son pibes que se preparan, estudian, escuchan mucha música y trabajan".


Hay muchas ideas falsas instaladas sobre qué es considerado cultura y qué no, como menciona el Licenciado y Doctor en Filosofía, Esteban Krotz, en su texto “Cinco ideas falsas sobre la cultura”: aunque se crea que es para unos privilegiados, todos tenemos cultura, no deberían existir jerarquías entre culturas y subculturas ya que nadie tiene el derecho de decirle a otro que es peor o mejor basado en sus gustos.


¿Por qué consideramos cultura a Mozart y Beethoven? Krotz explica que Mozart y Beethoven antes de ser “los más geniales creadores musicales de todos los tiempos”, también fueron criticados por "no respetar la tradición" musical consagrada en su época. La generación posterior a ellos volvió a romper los moldes establecidos.


El autor también menciona que no hay culturas “puras” y pone de ejemplo que los “artefactos inventados en otras culturas, tales como la televisión, el fax o la computadora, han modificado recientemente y siguen modificando la cultura”. Los sonidos que aparecieron y siguen manifestándose transforman la cultura de hoy.


Por último, Krotz menciona que “los Estados y sus instituciones suelen tratar, al igual que los museos, los teatros y las bibliotecas, de petrificar la cultura (…) el ámbito de la creación y reproducción cultural es mucho más amplio que el de las instituciones estatales. Esto también porque, a fin de cuentas, la historia del Estado cubre sólo una mínima fracción de la historia de la humanidad”. ¿No puede haber música y por ende cultura en todos lados?


El argumento de que un movimiento nuevo no es música ha ido apareciendo a lo largo de la historia: en los ’50 muchos pensaban que lo que único que hacía Elvis Presley era tocar la guitarra de manera repetitiva y gritar como un mono. ¿Quién se atrevería a decir algo así ahora?


Le guste a quién le guste hoy cultura en Argentina es un pibe que no terminó el secundario al que le dicen Duki cantando “y se me ofenden si ven que el disco vende. Con suerte y sin un duende, fumando un par de verde”. Acaso en algún momento, ¿no fue considerado cultura un señor al que le decían Cacho y relataba: “si te agarro con otro, te mato. Te doy una paliza y después me escapo”? Hoy eso es motivo de cancelación.


Sobre gustos no hay nada escrito, o sí, pero puede variar. “¿No es fabuloso que una persona pueda cambiar de opinión al respecto de un fenómeno cultural? ¿Que incluso pueda, por ejemplo, escuchar un tipo de música por la mañana, otro por la tarde y otro más por la noche?”, se pregunta Krotz. Por eso, en un tiempo, se descalificará otro sonido nuevo.



Commentaires


bottom of page