¿Es posible imaginarse un país donde se acuse de subversivo a alguien por abrir Facebook, Instagram o Twitter? ¿Y uno en el que se pueda vivir un año sin visa y los trámites sean fáciles y rápidos? Bienvenido a Europa del Este.
“Me vine a vivir a Georgia porque es uno de los países más seguros del mundo”, pensó en el 2019 el argentino Francisco Ortiz. A mediados de marzo del 2022, el ministro del interior, Vakhtang Gomelauri, informó que habían llegado al país 30.500 personas procedentes de la Federación Rusa, que quizás pensaron lo mismo.
Por Fiamma Zampino
“Viajo todo el tiempo a muchos lados, viajo sin saber a dónde voy, no sé bien dónde queda mi casa, no sé cómo estoy si no me voy”, canta Mateo Sujatovich con su banda Conociendo Rusia. “A mí me decían el Ruso de toda la vida, con un juego de palabras terminó quedando así. No es un nombre fácil para llamarse hoy”.
Hay tantas películas, documentales, libros y textos que hablan mal de Rusia, que éste no va a hacer lo contrario. Casi siempre les toca ser los malos de la historia. ¿Pero son todos así? ¿Quién es Rusia?
Es el país más extenso del mundo, constituye el 14% del planeta tierra. Es considerado la mayor superpotencia energética, contando con las mayores reservas de petróleo, gas natural y carbón. Su perra Laika fue el primer ser vivo en orbitar la tierra. Luego, fueron los primeros en enviar un ser humano al espacio. También es el segundo país con más suicidios a nivel global y el que el 18 de marzo de 2018 eligió presidente a Putin con el 76% de los votos. Pero fue hace varios años y no todos, los que hicieron eso.
No son los ucranianos los únicos que escapan de su país y de Rusia. La imposibilidad de hacer transacciones con Visa, MasterCard y American Express, mientras sucede la mayor caída de la moneda desde 1998, la exclusión del sistema SWIFT que implica que no se pueda comercializar con los países de Occidente, el cierre de más de 50 empresas internacionales como Apple, Nike, Coca-Cola, Netflix, Disney y Shell, entre otras. Los cambios en el mercado del petróleo, el encarecimiento de los productos básicos, los límites para adquirir artículos de supermercado y las sanciones como consecuencia de la guerra en Ucrania tienen fuerte repercusión en el pueblo ruso.
"El pensionista medio que cobra 10.000 rublos no puede sobrevivir con eso si los precios siguen subiendo", "No tengo tanto pánico, pero estoy haciendo planes", "La mayor parte de mis ingresos son en rublos y no pienso seguir cobrando en rublos", frases que la gente en Argentina está muy acostumbrada a decir y a escuchar sobre su moneda. Quizás escapar sea la solución.
Para impedir que se difunda la información sobre la invasión de Ucrania, las autoridades rusas cerraron redes sociales y medios de prensa libres. Según OVD-Info, una ONG independiente que vigila la persecución política en Rusia, más de 13.000 personas han sido detenidas en las protestas contra la guerra en toda Rusia desde el 24 de febrero. Estas son algunas de las razones que seguramente contribuyen a que ese 76% que estuvo del lado de Putin en algún momento, hoy no lo elija.
No quieren estar en un país que empieza una guerra. No se sabe si son ciudadanos reales, fueron expulsados por motivos políticos o están pensando en cómo salvar sus negocios en Georgia, que es la doceava economía más libre del mercado y el séptimo país más fácil del mundo para comerciar.
Ya en el 2019 la inmigración en Georgia procedía principalmente de Rusia, el 46,89%, el 16,11% de Armenia y el 15,38% de Ucrania. Quizás tenga que ver con que una parte importante de la población habla ruso ya que fueron parte de la Unión Soviética hasta 1991 o que es el único del mundo que acepta turistas hasta un año sin visado. Lo que es favorable siempre, pero aún más en medio de una guerra.
Conocida como la Suiza del Cáucaso, Georgia fue uno de los primeros países en adoptar oficialmente el cristianismo, lo que hace que su herencia arquitectónica sea muy amplia. Considerada la cuna del vino, aún los elaboran con un método ancestral digno de un capítulo de Los Simpson: colocan las bayas enteras en un envase de madera donde se pisan con los pies.
Quizás la elección de vivir en Georgia en lugar de Rusia se derive de que en el primer país la ley del matrimonio igualitario rige desde el 2015, y en el segundo en el 2020 se lanzó una para prohibirlo. O que mientras Moscú es la ciudad más cara de Asia, la capital de Georgia, Tiflis, es una de las más baratas con sólo impuestos de 1% sobre los ingresos dentro del país (no cobran por los provenientes del extranjero). Claro que esto también tiene que ver con que los salarios son bajos. Ganar arriba de 300 dólares por mes está bastante bien, más que eso, es para unos pocos.
Quizás un ruso se preguntó por qué no irse a vivir a la ciudad que en el 2019 la revista Forbes categorizó como la más divertida del continente: la cantidad de restaurantes, bares y hoteles modernos, la presencia de locales que favorecen las expresiones contraculturales, algunas de las escenas de música electrónica más destacadas del mundo y la legalización de la marihuana contribuyeron a la elección del medio norteamericano.
Sea por la razón que fuere, el análisis de los datos de búsqueda, las cifras de inmigración y la información de vuelos reflejan las desesperadas ganas de escapar de la beligerancia a un país fronterizo que aparece en el puesto número 4 de los más seguros para vivir.
Pero por el recuerdo de la guerra que los vio enfrentarse en el 2008 y la empatía con Kiev, a los ciudadanos georgianos no les gusta tanto recibir visitas de los rusos. Aunque éstos no suelen tener problemas a la hora de reservar un hotel, denuncian que no se les quiere alquilar pisos “porque esos los dejan para los ucranianos”. ¿Aunque no deberían estar los georgianos más del lado de Rusia que de Ucrania?
El 7 de agosto de 2008 el entonces presidente de Georgia, Mijeíl Saakashvili, lanzó a su ejército sobre la región Tsjinval. Aquel ataque provocó la intervención directa del ejército ruso. ¿No sucedió lo mismo el 24 de febrero de 2022 cuando el presidente de Rusia ordenó a sus tropas bombardear e invadir Ucrania?
Lo que sí es seguro es que ciudadanos georgianos y exiliados tienen algo en común: ninguno está de acuerdo con la guerra.
Quizás vivir en Georgia sea más fácil ya que no tienen casi nada de burocracia: se puede resolver en cinco minutos un trámite en una oficina pública y abrir una cuenta bancaria (incluso siendo extranjero) se hace rápidamente de manera online. Se tarda lo mismo en llegar a Londres que a Asia central y se puede visitar la playa y esquiar por los picos más altos en el mismo día. Quizás la mudanza no tenga que ver con la guerra, sino con poder subir fotos a Instagram. O quizás escaparse es producto de un acto de supervivencia.
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